Anpier advierte que los coches eléctricos resultan perjudiciales para el medio ambiente si no se recargan con energía procedentes de fuentes de generación renovable, puesto que, de otra manera, su carga proviene del mix energético convencional y, por lo tanto, aunque la unidad en sí no emita contaminantes, la energía que le impulsa ha generado en origen gases de efecto invernadero y residuos radioactivos, por lo que, proporcionalmente a la composición de mix eléctrico de la empresa que le suministrará, podría circular hasta un trimestre anual impulsado por energía nuclear.
Anpier reclama al Gobierno que condicione las ayudas a la compra de vehículos eléctricos a la garantía de obtener la energía que requieren de fuentes de origen renovable, bien demostrando que tienen contratado el suministro con alguna de las empresas comercializadoras de energías renovables, accesibles a cualquier ciudadano y con tarifas muy similares, o bien probando que cuentan con instalaciones particulares o comunitarias de energía solar fotovoltaica.
Miguel Ángel Martínez-Aroca, Presidente de Anpier, ha indicado que “promover una movilidad si emisiones a partir de vehículos que se abastecen del suministro eléctrico convencional es hacerse trampas al solitario y un fraude hacia aquellos ciudadanos que, desde una concepción ética, no quieren contribuir al cambio climático ni a sostener la generación nuclear”.
La industria del automóvil hace esfuerzos continuos en eficiencia y seguridad, consumos cada vez más contenidos y coches con menos emisiones. Tradicionalmente, las reducciones en el consumo de carburantes van acompañadas de incrementos en el precio de gasolinas y gasóleos, lo que impide que las rentas familiares se beneficien de estos progresos.
El nuevo hito en el sector de la automoción, el coche eléctrico, es otra extraordinaria aportación de la industria automovilística, desvirtuada por el modelo energético que soportamos los españoles, puesto que las emisiones no cesan y el coste por kilómetro es elevado, a causa de un sistema de formación de precios de la electricidad que genera déficit y sobre retribuciones a las grandes empresas, por otra parte, nuestro modelo energético penaliza la generación directa de energía solar fotovoltaica por parte del ciudadano y, por lo tanto, que sea atractiva la opción de recargar el coche con una instalación fotovoltaica propia.
El llamado Programa MOVELE 2014 (Real Decreto 414/2014, de 6 de junio) regula la concesión directa de subvenciones para incentivar y promover la adquisición de vehículos eléctricos, con ayudas que pueden llegar hasta los 20.000 €, en el caso de autobuses, y 7.700 € en el de vehículos particulares. El propio Real Decreto afirma que, de esta manera, se está “favoreciendo, además, el consumo de energías autóctonas”, pero dicho principio sólo se cumpliría si, efectivamente, las ayudas fueran condicionadas al suministro probado de renovables por parte de los propietarios de estos vehículos.
El consumo medio de un coche eléctrico es de 15 kwh/100km, por tanto, para realizar estos 100 km a partir de energía eléctrica de la red con el suministro que ofrecen las empresas tradicionales, nos encontramos con que el coche producirá las siguientes emisiones: CO2= 4,095 kg / SO2= 9,81gr / NOx = 6,57 gr y los siguientes residuos radiactivos: baja y media actividad = 0,0315 cm3 / alta actividad= 3,84 mg. Unos datos que llevados a una vida útil de 200.000 km supone: CO2= 8190 kg / SO2= 19,62 kg / NOx= 13,14 kg, con los consiguientes residuos radiactivos: baja y media actividad = 63 cm3 / alta actividad = 7,68 g.
Evidentemente, todos estos valores contaminantes serían realmente cero si el espíritu de la norma fuera en armonía con él espíritu del vehículo y del perfil de comprador, que debería consultar las fuentes de generación de la empresa comercializadora que le suministra el fluido eléctrico para conocer los impactos medioambientales proporcionales de su adquisición.